| ||
Materiales
miércoles, 24 de junio de 2015
martes, 2 de junio de 2015
lunes, 20 de abril de 2015
La sociedad del espectáculo (Guy Debord, fragmentos)
4
El
espectáculo
no es un conjunto de imágenes,
sino una relación
social entre personas mediatizada por imágenes.
6
El
espectáculo,
comprendido en su totalidad, es a la vez el resultado y el proyecto
del modo de producción
existente. No es un suplemento al mundo real, su decoración
añadida.
Es el corazón
del irrealismo de la sociedad real. Bajo todas sus formas
particulares, información
o propaganda, publicidad o consumo directo de diversiones, el
espectáculo
constituye el modelo
presente
de la vida socialmente dominante. Es la afirmación
omnipresente de la elección
ya
hecha en
la producción
y su consumo corolario. Forma y contenido del espectáculo
son de modo idéntico
la justificación
total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El
espectáculo
es también
la presencia
permanente de
esta justificación,
como ocupación
de la parte principal del tiempo vivido fuera de la producción
moderna.
9
En
el mundo realmente
invertido lo
verdadero es un momento de lo falso.
17
La
primera fase de la dominación
de la economía
sobre la vida social había
implicado en la definición
de toda realización
humana una evidente degradación
del ser
en
el tener.
La fase presente de la ocupación
total de la vida social por los resultados acumulados de la economía
conduce a un deslizamiento generalizado del tener
al
parecer,
donde todo "tener" efectivo debe extraer su prestigio
inmediato y su función
última.
Al mismo tiempo toda realidad individual se ha transformado en
social, dependiente directamente del poder social, conformada por él.
Solo se permite aparecer a aquello que no
existe.
25
La
separación
es
el alfa y el omega del espectáculo. La institucionalización de la
división social del trabajo, la formación de las clases, había
cimentado una primera contemplación
sagrada, el orden mítico
en que todo poder se envuelve desde el origen. Lo sagrado ha
justificado el ordenamiento cósmico
y ontológico
que corresponda
a los intereses de los amos, ha explicado y embellecido lo que la
sociedad no
podía
hacer.
Todo poder separado ha sido por tanto espectacular, pero la adhesión
de todos a semejante imagen inmóvil
no significaba más
que la común
aceptación
de una prolongación
imaginaria para la pobreza de la actividad social real, todavía
ampliamente experimentada como una condición
unitaria. El espectáculo
moderno expresa, por el contrario, lo que la sociedad puede hacer,
pero en esta expresión
lo permitido
se
opone absolutamente a lo posible.
El espectáculo
es la conservación
de la inconsciencia en medio del cambio práctico
de las condiciones de existencia. Es su propio producto, y él
mismo ha dispuesto sus reglas: es una entidad seudosagrada. Muestra
lo que es: el poder separado desarrollándose
por sí
mismo,
en el crecimiento de la productividad mediante el refinamiento
incesante de la división
del trabajo en fragmentación
de gestos, ya dominados por el movimiento independiente de las
máquinas;
y trabajando para un mercado cada vez más
extendido. Toda comunidad y todo sentido crítico
se han disuelto a lo largo de este movimiento, en el cual las fuerzas
que han podido crecer en la separación
no se han reencontrado
todavía.
30
La
alienación
del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el
resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así:
cuanto más contempla menos vive; cuanto más
acepta reconocerse en las imágenes
dominantes de la necesidad menos comprende su propia existencia y su
propio deseo. La exterioridad del espectáculo
respecto del hombre activo se manifiesta en que sus propios gestos ya
no son suyos, sino de otro que lo representa. Por eso el espectador
no encuentra su lugar en ninguna parte, porque el espectáculo
está
en todas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)